A veces, buscamos en nuestra pareja algo que vivimos y quedó en nuestro inconsciente. Por ejemplo, si mi papá tomaba mucho y golpeaba a mi madre o la trataba muy mal, rechazo esa acción, pero inconscientemente, a lo largo de mi vida, mis parejas tienen ese problema de alcoholismo. Esto nos hace sentir mal y pasar malos ratos; tal vez no sean golpes, pero sí hay algún tipo de abuso o humillación.
En el caso de mi mamá, ella era muy sumisa. Entonces, yo no me dejo y me pongo mis capas, mi fuerza, me convierto en la guerrera luchona. Estas máscaras que nos vamos poniendo en la vida son para no mostrar ese estado vulnerable donde está la herida latente, mostrándonos que tenemos que sanar. Tenemos un miedo tan arraigado de repetir patrones que, inconscientemente, los atraemos a nuestra vida.
¿Por qué pasa esto? Porque nuestro ser nos muestra que hay que liberarnos de esas cadenas de adicción familiar de generaciones. A veces, no sabemos por qué estamos ahí, repitiendo estos bucles de existencia y energía, hasta que nos damos cuenta de que no podemos más con eso. Muchas personas vivimos estas situaciones, y es muy difícil hacernos conscientes de ello si no queremos reconocerlo o si decimos que es normal porque lo vivimos.
A veces, normalizamos este tipo de situaciones. Pero la pregunta es: ¿te gustaría que tus hijos siguieran repitiendo estas vivencias y experiencias? ¿O que ellos tengan que atravesar situaciones muy fuertes de dolor y decepción sin que tú puedas hacer nada? Muchas veces, nuestros hijos también vienen a ser ese impulso para cuestionarnos: ¿qué está pasando aquí? ¿Por qué estoy permitiendo esto?
Nuestro ser es tan maravilloso que nos muestra las situaciones, pero ¿qué tanto estamos dispuestos a abrir los ojos y decir: “esta situación ya no la quiero vivir”? También hay situaciones en las que nos da miedo salir de esos estados, de esas personas o de esas situaciones, porque no tenemos esa seguridad interior, ya que nunca nos la enseñaron. Siempre nos enseñaron a ser codependientes emocionales y personas codependientes.
Es un sinfín de información que muchas veces no sabemos o no tenemos idea de cómo pedir ayuda, y permitimos y permitimos hasta que nos ahogamos en un vaso de agua. Pero siempre hay solución para todo. Existen instituciones, formas y personas que están disponibles para ayudar. Lo importante es que tengas ganas de salir de ese hoyo, porque el hoyo puede ser relaciones, parejas, adicciones y un sinfín de situaciones que nos autodestruyen.
Cuando uno tiene ganas de salir de esos bucles, de verdad, pidan ayuda. No tengan miedo, no están solas. No son las únicas personas, ni las únicas mujeres ni hombres, que han pasado por eso. Hay mucha gente que ha salido de situaciones de peligro y dolor, siempre poniendo fe en tu poder interior. Créeme, el cambio sí se puede hacer si le pones ganas y quieres algo mejor para ti mismo. Sé que parezco un periquito diciendo “Sí se puede, sí se puede”, pero es que realmente sí se puede. Se puede lograr todo lo que uno se propone, siempre con amor y valentía, con disponibilidad y permitiéndose ser ayudado.
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